El desencanto de una época siempre incapaz de vivir y de imaginar lo vivido, a la que ni siquiera su propia ruina estremece, que no sienta la expiación como tampoco sintió sus actos y que, sin embargo, posee el suficiente instinto de autoconservación como para taparse los oídos ante el fonógrafo de sus melodías heroicas, y suficiente espíritu de sacrificio como para, llegado el caso, volver a entonarlas…
Los últimos días de la humanidad
Debemos aceptar que, exiliados en este tiempo, hemos sido condenados de por vida a sufrir la usurpación del medio de poder lingüístico por la infamia y el idiotismo; debemos ser espectadores impotentes de cómo, despues de la completa destrucción de toda posibilidad creadora a través de la técnica mecánica, las formas vacías del espíritu sirven de ornamento para el sentido débil, de adorno de la infamia…
Die Fackel [1926]
He asumido la tragedia compuesta por escenas de una humanidad en proceso de desintegración, para que las oiga el espíritu dispuesto a apiadarse de las víctimas, aunque haya renunciado para siempre a todo contacto con el oído humano. Que el espíritu reciba la tónica de esta época, el eco de mi locura sangrienta que me vuelve cómplice de estos ruidos. ¡Que la acepte como redención!
Karl Kraus
Karl Kraus fue un escritor antiperiodistas, satírico, cínico, demoníaco, obsesionado con el lenguaje, humanista crítico con el anti-humanismo de su época, ilustrado, vienés, convencido de que el fin del mundo llegaría cuando se abrieran lineas aéreas. Es un autor fascinante, no sólo por su arrolladora personalidad y la inmensa calidad de sus escritos, donde no da respuesta ni expone doctrinas, sino que desvela las mentiras de su tiempo. Dedicó toda su vida a leer periódicos, escuchar a políticos, devorar libros, para después despiezar su lenguaje, limpiarlo de impurezas, y alcanzar lo que realmente decían. Estuvo siempre en contra del ornato y los adornos a la hora de escribir verdades, porque esta es la manera que tienen los periódicos de manipular, de cambiar lo que ha ocurrido, de hacer creer a la gente que una aberración es la mayor bendición que pudiera dar el cielo. Y, por supuesto, sus escritos, de finales del s. XIX y primer tercio del s. XX, son totalmente actuales. Sólo hay que leer lo expuesto arriba.
Karl Kraus estaba convencido de que su época eran los últimos días de la humanidad, pero no en su sentido biológico, como especie animal, sino en su sentido cultural, humanista, espiritual. Y seguimos en la misma brecha. Puede que sea una larga agonía, o puede que ya esté todo hecho. Parafraseando a Georg Steiner en un ensayo sobre la lengua alemana tras la II Guerra Mundial, y sobre todo, el régimen nazi, el alemán se ha vuelto una lengua estéril, que ha sido corrompida, y pese a mantener un sentido vulgar, ya no significa. Tal vez estemos en las mismas.
pero eso no es nuevo, se llevan cargando la humanidad desde milenios, han cultivado, y salen los frutos, poco a poco han ido sacando de nosotros lo peor, potencian el cerebro reptiliano, haciendo del ser humano algo insaciable, codicioso y egoista, haciendonos perder por completo el concepto de humanidad, y dejando como resultado el vientre de un tiburon, donde las crias se matan unas a otras antes de salir de su madre, nos han privado de la espiritualidad, de esa chispa de luz
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Nunca había pasado de su nombre. Creo que es una invitación que el azar me da para leer mi presente con otro lente -sí, otra vez el crítico, el bucólico, el hastiado y bilioso del siglo xx-.
Gracias.
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Las citas extraídas, nos dan una clara imagen de la potencia de su espíritu, la fuerza de un pensamiento crítico, brillante que sufrió el período de entre guerras y que anunció la capacidad de auto-destrucción de una humanidad idiotizada que traicionó los fundamentos de la civilización: la ética y el conocimiento orientado al bien común. Creo que nuestros días, coronan el título tremendo del libro de K. Kraus, el cronista de Kakania…
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