El fuego y los guisantes

[Año y medio – Javier Krahe]

>> Cuenta una leyenda sufí, si mal no recuerdo, que un cocinero, famoso por su entendimiento de Dios y por su unión mística con el Todo, estaba un día en su cocina pelando guisantes, sacándolos de sus vainas, y cociéndolos. Como mordiente en la candela, usaba las vainas vacías de los guisantes. Cuando terminó de pelar los guisantes y ya estaban todos en la cazuela cociendo, al no tener nada que hacer, se paró un momento a escuchar lo que los guisantes tenían que decir. Para su sorpresa, oyó el siguiente diálogo:

– ¿Por qué vosotras, vainas, – decían los guisantes en el agua hirviendo – que habéis sido nuestras madres, que nos habéis llevado en vuestro vientre y nos habñeis proteguido hasta que hemos sido maduros para salir fuera, ahora nos hacéis daño y dais vida al fuego que hierve este agua y nos mata?

– Es que no lo entendéis. – Respondieron las vainas – Mientras vosotros os cocéis, nosotras estamos en llamas.

>> El sabio cocinero sufí asintió humilde ante el conocimiento que acababa de recibir, lanzó una plegaria al cielo, y prosigió su trabajo.

Cuando terminó la historia, se quedó mirando al infinito. Él levantó la mirada, suplicante. Creyó entender lo que quería decir. Se levantó del banco, y por primera vez, la dejó allí sola, sabiendo que no la volvería a ver.

6 pensamientos en “El fuego y los guisantes

  1. no lo entendi antonio, quiere decir que no cocino mas porque vio que lo que daba vida moria al ver su fruto agonizar?, explicame a quien dejo sola y que no la volveria a ver,

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    • ¡Ay! Es que si lo explico se pierde la esencia de la leyenda sufí… A ver, los guisantes sufrían, y echaban la culpa de ello a las vainas, que avivaban el fuego; pero los guisantes sólo pensaban en ellos mismos, y no eran capaces de ver que su sufrimiento era menor frente al de las vainas, que directamente, ardían. A veces nos obcecamos tanto en nosotros mismos que no somos capaces de ver que otra persona lo pasa peor, y nosotros la culpamos, añadiendo a su dolor nuestro desprecio.

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      • si, esa parte la entendí mas o menos, pero, a quien dejo sola, a la lumbre, a la silla, y a quien no volvería a ver, porque para un cuento tienes que haber mínimo unos personajes, y no se de quien estas hablando, si de las vainas, o los guisantes, o alguien hipotetico, pero si es así, tienes que dejar una pista de quien es, a quien dejo sola y no volvería a ver, porque yo no estoy en tu mente, ni los que te leen,

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        • Tienes razón. Pero mi intención no se centra en esa parte, sino en la leyenda sufí. El final es sólo un epílogo diciendo que alguien lo «entendió», y actuó en consecuencia, me da igual quienes sean. No es lo importante, lo importante es la historia. Pero tienes razón y soy poco claro en mis intenciones. Lo tendré en cuenta para la próxima. Gracias.

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