¿Movimiento sin ideología?

Personalmente, este es un tema de permanente actualidad. Y es que prácticamente lo vivo al día: reuniones, asambleas, comisiones, discusiones, desengaños y manos a la cabeza por doquier. Una locura. El Movimiento 15-M -que creo que este es el único nombre general que puede dársele- se está ramificando y bullendo por rincones húmedos como las hifas de una mal hongo. Ahora empieza el trabajo duro, la constancia y la prudencia después de la furia inicial: porque de una ola es más peligrosa la resaca que el golpe. Pero bien, no hay que volver para atrás tampoco. Y se escuchan rumores peligrosos de escisiones, de hipocresía a la hora de presentarse como perteneciente a un grupo con ideología, la conspiranioa de la manipulación, la horizontalidad en la organización llevada hasta el absurdo, el radicalismo consignista, los peligros de la tribuna abierta, etc. Un problema fundamental y que se está tratanto muy poco, y que en parte se está llevando bien la  forma en lo poco que se está tratando, es el problema de la identidad, problema que a muchos nos trae de cabeza, no ya el contenido de la identidad, como la forma en que se da esa identidad.

Es obvio que hay ideología -dicho en particular y minúscula. No es que ya de forma privada cada cual tenga su ideología y su forma de pensar. Más aún, hay grupos de mayor calado ideológicos, que tienen su camino trazado desde hace mucho tiempo, y que participan activamente en el Movimiento, que pese a tener una propia hoja de ruta, colaboran en lo que se necesite. Pero ver el Movimiento como un entramado y conglomerado de grupos ideológicos -en el sentido fuerte- a muchos les pone de punta los pelos de la nuca. «Ya querrán manejar como ellos quieran». «Ya están manipulando». Y las Asambleas Generales se vuelven discusiones absurdas donde mentar la afiliación política es más insultante que mentar a una madre. La colaboración que se pretende se ve ensombrecida por esos valores que tenemos tan arraigados en nuestra cultura y que la sociedad planeada por el neoliberalismo ha llevado al sumum, como es el individualismo exacerbado, la sospecha del prójimo, el miedo a que se desautorice tu autonomía por el siguiente que hable, entre otros. Y toda discusión más o menos importante se vuelve un galimatías aburrido de injurias y sospechas.

Por otro lado, hay gente, grupos organizados paralelamente (cosa que considero un error, porque dentro del Movimiento hay mucha gente separada queriendo hacer lo mismo y esto es un desfase) en los que se está trabajando de otra manera. En primer lugar, y algo que me atañe especialmente, nada se comentó de fundamentación filosófica, y muy poco de visión histórica. Eran juristas y economistas los que hablaban, los que ya tenían lineas de acción (Democracia 4.0; legislación sobre el derecho a la vivienda, entre otros), y que la base y la conceptualización que buscaban era sobre precedentes directos, presentes. Daba la impresión que mirar más allá de la Constitución de 1978 era asomarse a un abismo innecesario. Pragmatismo puro y duro se olía. Y la revolución será hecha por abogados y economistas. Y ya está. Las ideologías se obviaron completamente, en sentido pragmático, para bien. No hay frenos puestos por uno mismo, sólo trabajo directo y centrado en opciones visibles. ¿Es esto sostenible? Yo ya dije que este era un movimiento sin padre teórico, y que no debería adcribirse a una ideología sino desarrollar el mismo movimiento sus fundamentos. Pero de ahí a no haber nada palpable…

El escenario es extraño. Parece que o hay muchas ideologías y la Asamblea General se convierte en un babel de conceptos y contraconceptos; o se hoya un desierto ideológico (por lo menos aparentemente) sospechosamente fácil de andar. Babel o desierto, sigo sin estar seguro del camino que va a terminar llevando esto.

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