Sufrimiento para todos los públicos

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[El Gran Wyoming y Maestro Reverendo – El Tiburón]

El domigo escribía en sus «Patentes de Corso» Arturo Pérez-Reverte un artículo titulado «Imágenes muy duras«. En este artículo de opinión el autor expone algo que ya sabemos y se ha repetido hasta la saciedad: la doble moral, o tal vez mejor la paradoja de la violencia en nuestra sociedad. Decía, basicamente, que estamos sobreprotegidos de la realidad cruel al mismo tiempo que estamos sobrexpuestos a la «hiper-violencia» del cine, por ejemplo. Se nos advierte de «imágenes duras» de desgracias por el mundo, y se nos anima a ir a entretenernos con acción más fuerte, más violenta. La conclusión a la que llega Pérez-Reverte es que somos gilipollas. Se esté más o menos de acuerdo con Pérez-Reverte, o te caiga mejor o peor (que a veces tiene tela lo que dice este señor), lo cierto es que normalmente es una persona muy sensata. Y, en este caso, tiene razón. Parece que sabemos «distinguir muy bien» la violencia real de la ficticia, o algo así, y que resulta más traumática una decapitación por parte de un terrorista del Daesh que en Juego de Tronos, y nos hipersensibilizamos o insensibilizamos ante unas o ante otras. El cuerpo desnudo es obsceno en la calle, pero preceptivo en la ficción. De esto ya he hablado en otros lugares (sobre por ejemplo la paradoja de que los Estados Unidos sean un país ultra-cristiano y puritano al mismo tiempo que el mayor productor y consumidor de pornografía).

Esta semana pasada también he visto (por fin) la película Sufragistas. Tenía mucho interés en ella, sobre todo por la historia que cuenta y, en menor medida, por las críticas «masculinistas» que había recibido. Siempre es interesante saber por qué rebuznan los burros (sin querer faltar a los pobres burros). Mi decepción ha sido inmensa. Una decepción similar a la que hubo en tiempos con la muy aclamada La vida de los otros: esta película cuenta la historia de un agente de la stasi, la policía secreta, o de inteligencia o espionaje, de la República Democrática Alemana. En términos generales, lo que hace la película es humanizar al agente, demostrar que, a pesar del trabajo tan desalmado que hacía/n, era una persona normal, con sus debilidades, sus apegos, su humanidad. Fue muy aplaudida por su «sensibilidad», pero algunos críticos más lúcidos dijeron que esa «sensibilización» no es más que un burdo montaje sensiblero, y que por «ser humano» no se puede automáticamente perdonar a los culpables de horrores indecibles. (Y no quiero meter a Hitler de por medio, es un argumento demasiado fácil).

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Trabajo infantil a principios del s.XX

Bien, vayamos entonces a Sufragistas. Es una película «moderada»: es moderadamente interesante y está moderadamente bien escrita, y, más importante, es políticamente moderada. Esto no le quita cierto valor. Voy primero a lo positivo: me parece muy interesante que se quiera visibilizar una historia hasta ahora oculta u ocultada, como es la de la lucha de las mujeres por su emancipación. Hace años esto parecería una excentricidad. Pero ahora se ha convertido en un deber público, y es muy positivo que desde Hollywood se haga parte del trabajo contando historias sobre, en este caso, la consecución del voto femenino en Inglaterra. De este modo, a través de la narración de una historia real ficcionada producida para un consumo de masas, se convierte en algo que puede atraer a más gente, que puede mover a profundizar en el tema y comprometer a más personas (a pesar de estar integrada en las dinámicas de consumo). Pero aquí se termina lo bueno. Y comienza, de hecho, su peligro: es una historia sensiblera, superficial, más pendiente de lo emotivo que de las razones, y, sobre todo, del sufrimiento real, profundo. No tiene motivaciones, y sólo dedica unos pocos minutos al discurso político. En términos generales, el voto femenino aparece más como un capricho que como una necesidad.

Me explico. Hablemos de tres cosas: la vida en las fábricas, los problemas de las mujeres, la actividad política. Por supuesto, yo también estaré siendo aquí bastante superficial en mi crítica, lo asumo, pero este no es espacio para extenderse. En fin, empiezo con la vida en las fábricas. La lavandería industrial donde trabaja la protagonista se ve limpia y segura. Obviamente, no es una mina de sal. Pero un centro de trabajo donde, según el propio testimonio de la protagonista, la vida laboral es corta, debido al manejo sin las debidas medidas de seguridad de productos químicos, los gases que estos generan, con las subsiguientes enfermedades cutáneas, respiratorias, etc. Esto sin contar los abusos que sufría cualquier obrero por parte de los patrones, algo que la película sólo muestra a través del abuso sexual de una empleada, así como el ambiente de acoso. Bien, todos estamos de acuerdo de que esto es un tema muy importante, antes y ahora, pero, obviamente, no es el único tipo de abuso. De hecho, la película genera una cierta hostilidad hacia los hombres: por supuesto, tienen una posición privilegiada, pero parece que todos están en la misma posición privilegiada. En general, la vida en la fábrica está pobremente representada, no se entiende en términos generales qué tiene que ver el voto femenino con la vida de las mujeres obreras. Así pasamos al segundo punto, los poblemas de la vida de las mujeres. Este parece ser el lugar donde se centra la reivindicación de la película: la motivación y el compromiso de la protagonista se dispara casi azarosamente cuando por su militancia su marido la expulsa de la casa y le niega visitas y demás de su hijo (entonces la custodia era totalmente paterna, el pater familias era el que tenía la potestad sobre toda la familia, también la mujer). Bien: ¿toda la motivación de la mujer se basa en eso? A ver, el ambiente en general, la toma de conciencia del problema y todos los problemas circundantes son lo que le empujan a la toma de un mayor compromiso, pero la película nos lo centra en el trastorno emotivo de no poder estar con su hijo. ¿Y la miseria general de la vida? ¿Y la falta de comida, de recursos, de ropa, de medios para vivir? ¿Por qué tienen todos las dentaduras tan perfectas? ¿Por qué no me parece que esa muchacha de 24 años sea una obrera de los suburbios de Londres? ¿Y por qué no se muestran los problemas de otras mujeres, de su vida cotidiana? Porque una de las principales es una boticaria, una pequeño-burguesa que goza de cierta holgura, y de Pankhurst poco sabemos, y de otras apenas si se menciona nada que parezca relevante.

Así, llegamos al último punto: la práctica inexistencia de actividad política. Por lo menos de una actividad política razonada. Tenemos la sesión con Lloyd George y el discurso de Pankhurst; el resto es un quiero y no puedo hasta que me atrevo de la protagonista. Se reivindica el voto femenino, pero ¿ya está? Quiero decir, el ambiente en que se inserta la experiencia de las «sufragistas» fue muy rico en lucha social, en violencia social, contra las mujeres, contra niños, contra hombres, contra todos. ¿Dónde esta la reflexión? Claro está, con el pobre fondo que produce la película, cualquier reflexión aparecerá por pura casualidad. En términos generales, no hay lucha política, sólo lucha emotiva. Y claro que las mujeres sufren en la historia, pero es un sufrimiento aceptable. Se nos presenta un sufrimiento aceptable porque es un sufrimiento emocional. Despreciamos la violencia policial que se nos muestra no por la injusticia de las decisiones de los gobernantes y por el terrorismo de Estado, sino porque es gente armada («fuerte») arreando a gente desarmada («débiles»). Todo se inserta en un mundo moral muy básico, que busca y encuentra las más veces un efectismo catártico, un efecto que permita al espectador sentirse bien por sentirse mal por lo que se muestra, y sentirse «mejor persona» por valorar positivamente los hechos denunciados. Pero no se profundiza en los problemas, no se mantiene la tensión al final, no se mantiene la injusticia de la violencia en el espectador al final de la película. Porque al final todo se resuelve favorablemente: un gran sacrificio lleva un gran premio. Y todos reconciliados. Nos hemos acomodado a un tipo de sufrimiento que por ficticio o por «aceptable», no nos mueve de nuestras sillas. Es un sufrimiento integrado, asimilado. que hace que la historia más interesante quede en agua de borrajas. Un sufrimiento olvidable. Por eso no me gusta Sufragistas, porque no llega donde podría haber llegado, y se queda en algo «para todos los públicos.

Migrants walk through a frozen field after crossing the border from Macedonia, near the village of Miratovac, Serbia, January 18, 2016. Reuters photographer Marko Djurica: "Since the beginning of the migrant crisis, my colleagues and I asked ourselves the same question: what will happen when the winter comes? We were thinking of a Balkans winter: minus 20 degrees Celsius and wind so strong that you have to walk backwards into it. Most migrants come from Syria and Iraq and they have only seen snow in the movies. I remember a young girl saying, while holding a snowball, that she didn't know snow was cold. After weeks and weeks of weather more like springtime than winter, a forecast on my phone got me packing my gear. I headed to the Serbia-Macedonia border, as down there migrants have to walk 10km in rough terrain before they can board a train to Serbia. Snow was falling and I saw a first group crossing the border. The wind was so noisy that they weren't able to talk to each other. Another group arrived with lots of kids. Many of them were crying from the cold. I was speechless. A man approached me. 'Mister how much further do we have to walk?' About 5km, I said. He turned and pointed to a group some 50 metres behind. 'One, two, three, four, five. That's my family. The one on the left who is walking in pain is my sister. She broke her leg in Aleppo last year, I am afraid for her.' I tried to calm him down, explaining that there were people here to help. I explained that they had to catch a train in Presovo and travel to Croatia, then on to Slovenia, and Austria before reaching Germany. 'Six of us have 60 euros left. Do you think it will be enough for us to finish our journey?' I was speechless again." REUTERS/Marko Djurica ATTENTION EDITORS A PICTURE AND ITS STORY "MIGRANTS STRUGGLE THROUGH BALKANS WINTER" FOR MORE IMAGES SEARCH "DJURICA MIGRANTS". TEMPLATE OUT. TPX IMAGES OF THE DAY

Foto de Reuters

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