El enigma de la esfinge

[Sou Edipo – Armonía]

ingres, edipo y la esfinge

Pintura de Ingres

Se toma por norma general la explicación de la aparición del “Logos”, la explicación razonada del mundo, a través de una racionalización del “Mito”, explicación sobrenatural y divina del mundo. En otros términos, se puede considerar al mito como una explicación heterónoma al hombre, dada desde fuera; y al logos como una explicación autónoma, que el hombre busca por sí mismo para ordenar la realidad que habita. El paso del mito al logos se dio por primera vez en Grecia desde el s. VII y s. VI a.C. aproximadamente, y atiende a un proceso de secularización y por un proceso de abstracción del pensamiento. Rompía así el pensamiento griego las estructuras propias del pensamiento mítico y los sustituyó por el lógico dando lugar a la filosofía y a la ciencia posteriormente.

También se habla del mito como explicación irracional de la realidad, una justificación del modelo mítico-teológico, e incluso algunos sofistas, como Critias, habló de estos relatos como invenciones del hombre para dominar a sus semejantes. Igualmente, a lo largo de la historia se ha tenido a los mitos como simples relatos que explicaban la “razón”, la armonía del mundo (el “logos” de Heráclito, como ejemplo ya filosófico), pero que no tenían nada que ver con la realidad. Pero esto, como se ha visto posteriormente, es una argumentación errónea. El mito como tal aparece tras la Revolución Neolítica como relato explicativo sobre la razón de los ritos, de porqué se llevan a cabo. Que en ellos se use la imagen de héroes y dioses durante la narración es puramente circunstancial: son representaciones sublimadas de aquellos que realizaron una hazaña por primera vez antes que cualquier hombre. Así, en el Mito de Prometeo, cuando Prometeo roba el fuego a los dioses para dárselo a los hombres, hay que sustituir los elementos. Prometeo representa a un hombre cualquiera, pero divinizado. Este roba el fuego a los dioses, que viven en el cielo, en lo alto del Monte Olimpo. ¿Qué significa esto? El fuego baja del cielo. Esta bajada representa la caída de un rayo, y el robo no es más que el atrevimiento de un hombre de “arrancar” el fuego venido del cielo, de los dioses, y usarlo en beneficio propio.

De esta forma con el resto de mitos. Por ejemplo, los trabajos de Heracles, tratan de la “humanización” de la naturaleza, como puede ser el trabajo de matar a la Hidra de Lerna. La Hidra se encontraba en un pantano, y en su enfrentamiento, cada vez que le cortaba una cabeza aparecía otra, y así sucesivamente. La forma de atajar esto fue quemando el muñón de cuello que quedaba cada vez que cortaba una cabeza, matando finalmente a la Hidra. Este mito explica, de la forma que sólo un mito puede explicarlo, la forma de desecación de los pantanos. Cada vez que intentas cortar un flujo de agua en un pantano, acaba saliendo el agua por otro lugar, así que la solución es desecarlo, no intentar desviarlo. Y así con otros mitos. Pero, ¿existe algún mito que explica la misma desaparición de los mitos, y el final de la etapa mítica del pensamiento y la entrada al mundo de la razón? En efecto, este es el caso, yo creo, del mito de Edipo y la Esfinge, que no solamente sería aplicable a la situación ancestral de esta transformación del pensamiento, sino que es aplicable, simplemente cambiando los elementos de esquema que voy a proponer, a muchas situaciones de conflicto actuales que combinan estos aspectos.

edipo-esfinge

En primer lugar voy a exponer el Mito de Edipo y las Esfinge tomando como base (a falta de otra fuente) el relato de la Biblioteca Mitológica de Apolodoro, que cuenta esta historia dentro del marco de la historia de la descendencia de Cadmo, fundador de Tebas, en el apartado de los Labdácidas. Para entender el caso particular hay que conocer, sobre todo los orígenes de la situación. Transcribo a continuación el relato contado por Apolodoro:

“A la muerte de Anfión ocupó el trono (de Tebas) Layo, que se casó con la hija de Meneceo, a la que unos llaman Yocasta […]. El oráculo le había advertido que no tuviera descendencia, pues su hijo habría de ser parricida; […]. Cuando nació el niño, […] abandonó al niño en el Citerón, donde lo encontraron unos boyeros de Pólibo, rey de Corinto, […] lo tomó a su cargo haciéndolo pasar por hijo suyo […] Cuando Edipo creció […] fue a Delfos a preguntar por sus verdaderos padres. El dios le dijo que no regresara a su patria, pues de lo contrario habría de matar a su padre y yacer con su madre. Al oír esto Edipo, creyendo ser hijo de quienes se decían sus padres, se alejó de Corinto; cuando en su carro atravesaba Fócide, en un camino estrecho se encontró con Layo que iba también en un carro. Polifontes, palafrenero de Layo, le ordenó dejar libre el camino y, ante su desobediencia y dilación, mató a uno de sus caballos. Edipo, indignado, dio muerte a Polifontes y a Layo, y se dirigió a Tebas. […] y Creonte, hijo de Meneceo, ocupó el trono (de Tebas). Durante su reinado una gran calamidad cayó sobre Tebas, pues Hera envió a la Esfinge, hija de Equidna y Tifón; tenía rostro de mujer, pecho, patas y cola de león, y alas de pájaro. Había aprendido de las Musas un enigma, y situada en el monte Ficio se lo planteaba a los tebanos. El enigma era este: ¿qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres? Según un oráculo, los tebanos se librarían de la Esfinge cuando resolvieran el enigma; por ello a menudo se reunían tratando de hallar respuesta, y como no la encontraban, la Esfinge se apoderaba de uno de ellos y lo engullía. Habían perecido ya muchos, y el último Hemón, hijo de Creonte. Cuando este pregonó que otorgaría el reino y la esposa de Layo a quien descifrase el enigma, Edipo, habiéndolo oído, encontró la solución y dijo que el enigma propuesto por la Esfinge se refería al hombre, que de niño es cuadrúpedo, pues anda a gatas, en la madurez bípedo y en la vejez usa como tercer sostén el bastón. Entonces las Esfinge se arrojó desde la acrópolis y Edipo obtuvo el reino y se casó con su madre sin reconocerla. Engendró hijos […] e hijas […]. Más tarde, al descubrirse el secreto, Yocasta se ahorcó; Edipo se arrancó los ojos y, desterrado de Tebas, maldijo a sus hijos […].”1

Esta historia no solo puede valer para ejemplificar el paso del mito al logos, también es un ejemplo del cambio de mentalidad que se produce en el paso del Paleolítico al Neolítico, y que lleva al desarrollo de la razón. Hablo del paso del Paleolítico al Neolítico porque se sabe que los mitos que son por primera vez escritos por Homero y Hesiodo, son en realidad relatos pertenecientes a la tradición oral derivados de los ritos Paleolíticos, que durante la Revolución Neolítica y las grandes transformaciones socio-culturales, tomaron la categoría de mito, como ya se ha dicho, como relato explicativo de la razón de los ritos. Para situarnos cronológicamente, esta historia estaría situada en torno al s. XIII a.C., durante la Grecia micénica, también conocida como “edad heroica”, en la cual se sitúan las historias de todos los grandes héroes clásicos (Heracles, Teseo, Aquiles…). En este contexto era todavía la fuerza la que primaba sobre todas las demás cosas, pero los cambios ya estaban presentes y acercaban cada vez más la actividad humana hacia las palabras como herramienta fundamental del hombre. Al igual como pasa con el mito de Sigfrido y los Nibelungos2, el conflicto aquí es la confrontación entre los valores viejos y los nuevos. Pero antes de entrar en explicaciones, pongamos nombre a cada uno de los elementos principales de la historia: Edipo y la Esfinge. La Esfinge, junto con el oráculo, representaría la explicación mítica, la razón divina del mundo, ya su poder sobre los hombres, que deben subordinarse ante ellos, ya sea el oráculo (que resulta la voz del Destino) o la Esfinge (correctivo enviado a los hombres por un dios, en este caso Hera). La Esfinge sería el mito (dentro del propio mito), que es lo viejo, los valores de la edad heroica, anterior a la razón, donde era la fuerza la que dirimía los conflictos de los hombres. Edipo por su parte, es la explicación razonada, la superación de las palabras divinas, y de la explicación mítica (el enigma de la Esfinge) a través de la reflexión. Edipo es la superación de la “irracionalidad”, el logos, lo nuevo, lo que surge a partir de la palabra. Y el enigma en sí de la Esfinge, es la pregunta por el mundo, la pregunta por la razón de las cosas, que antes formaba parte de las cuestiones divinas, y era respondida por su propia esencia divina; no hacía falta preguntar más. Pero a través de la palabra, el hombre ha conseguido acercarse al enigma, de origen divino, y tomarlo para sí, como algo propio, y asume el enigma dentro de su finalidad como hombre.

¿Cómo surge el logos en Edipo? Recontemos la historia, pero aplicando el esquema expuesto. Edipo, hijo de los reyes de Tebas, es resultado ni más ni menos que de una desobediencia de la ley divina, del oráculo, que auguraba un mal futuro a los Labdácidas si Layo tenía un hijo con su mujer Yocasta. Pese a ello, Layo incumple la ley dada por los dioses, y para intentar enmendarla, decide librarse del niño. Sin embargo, este sobrevive, ya que los hombres no pueden eludir al Destino, marcado por una fuerza superior a la de los hombres. Edipo crece y cuando se convierte en un adulto, se pregunta por sí mismo, por su origen. Entonces recurre al oráculo, a los dioses, que le dicen una profecía terrible. Edipo, convencido de su “falso origen”, decide no volver a la tierra donde ha crecido. Aquí es donde aparece el primer dato determinante: Edipo, aun sin saberlo, mata a su padre en su viaje a Tebas. Edipo acaba de desobedecer una ley natural del hombre, acaba de cometer parricidio, lo que en otros casos ha sido motivo de persecución por parte de los dioses3. La desobediencia a la ley divina provoca que el hombre se pregunte por sí mismo, por quién es, lo que le lleva a explorar al mundo “buscándose”, en valor de una vez perdido todo el sentido que anteriormente regía el mundo, hay que buscar un nuevo sentido que estructure la realidad, ya ajena a los dioses. Es cuando aparece la reflexión íntima, interna del hombre.

Entonces, una vez que aparece el poder de la reflexión del hombre (aun por descubrir por él mismo) en Edipo, los dioses deben legitimar, o por lo menos, intentar legitimar su poder y su “capacidad explicativa”. La Esfinge representa la fuerza en sí, frente al poder de la reflexión (y por extensión, la palabra), la fuerza del mito y el rito, y su manifestación casi podríamos decir “fundamentalista” en el mundo representada por la religión, y actúa con violencia para mantener los espíritus de los hombres a raya. Contra este poder, los hombres del “antiguo mundo” no pueden hacer nada, están subordinados a las leyes divinas; pero Edipo, el hombre sublevado, el hombre nacido contra la ley divina (o nacido de la desobediencia de la ley divina), si puede actuar. Él no les debe nada a los dioses, porque si por los dioses hubiera sido, él nunca habría nacido; nació de la decisión independiente de los hombres frente a los dioses4.

Él es el único capaz de cambiar la forma de ver el mundo. Y cuando conoce el enigma, encuentra la solución en sí mismo, porque es curioso que la solución del enigma “¿qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?” sea “el hombre”. El enigma, que como antes he comentado, sería la pregunta por el mundo, y cuya respuesta se encontraba antes en manos de la divinidad, ha pasado de esta forma al hombre. Incluso de forma más atrevida, se podría decir que el hombre, antes a merced de un enigma irresoluto y con una respuesta oculta, se ha convertido en la propia solución de sus problemas: el hombre es la respuesta al mundo, y la solución misma de todas las incógnitas que le surjan. Y qué mayor legitimación de este hecho que la pregunta fuera un enigma guardado por los dioses y utilizado como arma contra los hombres. El hombre (Edipo) se da cuenta de su propio potencial “mortal” interno, toma conciencia de ello, y lo usa para desembarazarse del peso de la divinidad (proceso que ya comenzó cuando su padre Layo desobedece la ley divina). Y cuando responde Edipo correctamente al enigma propuesto por la Esfinge, a esta, como representante de toda la divinidad y de toda explicación mítica del mundo, no le queda más remedio que arrojarse desde lo alto de un precipicio y morir. De todas formas no muere del todo, porque se mantiene en la mente de los hombres como mito, como historia ancestral que separa el periodo de dominación de la divinidad sobre el mundo del periodo que comienza entonces con la hegemonía del hombre como su propio dador de conocimiento, en resumen, de respuestas acerca de las preguntas del mundo.

El mito se mantiene como estructura base para la explicación del mundo, pero llega un momento en que la racionalidad del hombre se desarrolla de tal manera que ya no hace uso del mito como tal, sino que le vale como excusa, como pretexto para explicar de manera razonada, y desde el interior del propio hombre (no desde fuerzas externas), y a partir del mito y sobre este componer su logos. Ejemplos claros tenemos ya desde Platón, cuyos Diálogos están “plagados” de mitos que apoyan sus argumentaciones, desde el Mito de Er (La República) o el Mito de los Andróginos (El Banquete, hasta el más famoso, el Mito de la Caverna (La República). Esta es una manera de explicar el paso del mito al logos a través del propio mito, en este caso, el de Edipo. Sin embargo, existen muchas otras explicaciones. Esta mía lo que pretende es señalar que el logos ya existía en los mitos, aunque de manera encubierta, y así el trabajo del hombre fue “descubrir”, levantar el velo que lo ocultaba e interiorizarlo, con-ceptualizarlo5, y convertirse en el protagonista de la historia, de ahí que llegado el momento, cuando antes los mitos eran protagonizados por dioses o héroes, un género sobrehumano, después no aparezcan mitos en los que el hombre de a pie sea el protagonista. Deja de ser mito y pasa a ser un relato más, se convierte en historia.

Para finalizar, señalar la ironía del mito de Edipo en su final. Una vez el hombre ha conseguido responder a la pregunta consigo mismo, siendo él la respuesta y de esta manera “dándose a sí mismo” el mundo (en el caso de Edipo, ganando Tebas y a su madre como esposa), el hombre que ya se concibe autónomo para decidir, acaba mal por sus propias decisiones (ciego, muerto, maldito, etc.). El hombre, la solución del enigma, pasa a ser su propio enigma (y problema), y ya no habrá dioses que le socorran.

Alfred Kubin 6

Grabado de Kubin

1 Apolodoro, Biblioteca Mitológica, Libro II, 5, 7 – 9

2 Donde el conflicto es resultado de la confrontación de las antiguas tradiciones paganas con el naciente cristianismo, y la doble visión de los mismos hechos.

3 Por ejemplo, Orestes, tras matar a su madre Clitemnestra y a su amante (que anteriormente asesinó a Agamenón, su marido), es perseguido por las Erinias como castigo, y tuvo que acudir a Delfos para que Apolo le perdonara y las Erinias le dejaran.

4 Aunque para seguir justificando la sumisión a la ley divina en parte, esta decisión se haga fruto de la enajenación producida por el alcohol. Es una forma de quitarle capacidad de decisión al hombre.

5 Lo escribo así para señalar su origen etimológico, que vendría del latín capio, capere, cepi, captum, coger (cum + capio) y con preposición significaría, agarrar, extraer, acerca a uno, tomar para sí.

6 pensamientos en “El enigma de la esfinge

  1. Desde siempre te he augurado un gran futuro y con esta clase de escritos más aun.
    Para mí eres el mejor de los mejores escribiendo (lo demuestras explicando y sacando fuera de tí estos conceptos y CONOCIMIENTO de una manera tan natural, me encanta). No te puedo decir ni mu de lo que escribes <3.

    `El hombre, la solución del enigma, pasa a ser su propio enigma (y problema), y ya no habrá dioses que le socorran.´

    Tenemos que hacerte publicidad como sea :P…jaja

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    • Dentro de poco tendrás que comentar cosas mías en tu b/vlog, ¿qué opinas? O si eso, me encargo de alguna sección :3 Ains… si todos me aprovecharan como tú… ;)

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      • La cosa es que en nuestro primer vlog te iba a nombrar pero kn las prisas y con taaaanta repetición no lo dije >< !! Pero la intención la tenía! Oye que nombrar te nombraré!! Promise ò.ó

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  2. Pues fíjate que no había mirado yo nunca la historia de Edipo desde esa perspectiva, pero tiene todo el sentido del mundo.
    Siempre me haces plantearme cosas de forma distinta a como acostumbro ;)
    Igual que Viky, destaco esa última frase….Qué dramón tenemos los humanos,eh xD

    PD: habría que mandar a un Edipo al Vaticano o algo. ¿no?

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    • Eso es porque soy un genio maligno, un mal bicho que retuerce las cosas hasta sus últimas metáforas, y estoy trastocando cosas en tu cabeza.

      Soy un arqueólogo en realidad, aunque un arquéologo conceptual ;)

      P.S.: No, al Vaticano hay que enviar una bomba de protones, y nos dejamos de tontás.

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  3. Soy un arqueólogo en realidad, aunque un arquéologo conceptual ;)

    P.S.: No, al Vaticano hay que enviar una bomba de protones, y nos dejamos de tontás.

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