Magnífica. Sólo es posible describir así la biografía de Ray Monk sobre Wittgenstein: Magnífica. Sólo Wittgenstein sabrá como fue su vida realmente, pero la descripción que hace Ray Monk de la misma en su libro Ludwig Wittngenstein: El Deber de un Genio (Anagrama), es sencillamente magnífica. Enfrentarse al pensamiento de Wittgenstein, el denominado «padre de la filosofía analítica», es una tarea que requiere de un esfuerzo intelectual impresionante: el Tractatus Logico-Philosophicus es un hueso imposible de morder, y los trabajos que giran en torno a las Investigaciones Filosóficas son laberintos conceptuales que uno no sabe muy bien cómo coger. Es más, da la impresión cuando uno está leyendo tal o cual proposición del Tractatus que falta algo, que hay una cierta información velada (lo no-escrito del Tractatus), una clave que fue escondida adrede por el autor, cuya falta él mismo consideraba no se entendería su obra. No voy a decir que entender la vida de Wittgenstein y de cómo esta se vio reflejada en su pensamiento sea LA clave. Hace falta una lucidez especial para enfrentarse a los problemas que plantea. Pero saber cómo vivió, cuáles fueron sus problemas, sus desventuras, la génesis de su pensamiento en relación con su vida, ayuda mucho. Y sobre todo si está tan magníficamente escrito como es en esta biografía de Ray Monk.
Ray Monk no se dedica solamente a exponer de manera ordenada la vida de Wittgenstein, los hechos que vivió como protagonista, sino que aborda todo un universo que rodea a la figura de este genio austríaco. Apoyándose no sólo en sus escritos filosóficos, más especialmente en sus diarios personales y su correspondencia, el libro está preñado por la voz de Wittgenstein. Monk muestra (concepto importante) todo lo que rodeó a Wittgenstein en vida, y se deja ver la manera en que le afectó, desde la cultura vienesa de finales del s. XIX, ppios. del XX, la relación con su familia, la Gran Guerra, etc., hasta el mundo que se le abrió desde Cambridge y su forma de ver el mundo desde el estrado del filósofo consagrado que nunca quiso/pretendió ser. A esto se le une una explicación directa y sin adornos técnicos de los principales pensamientos de Wittgenstein. El Tractatus, tan difícil de roer, resulta de una compresión clara; o las Investigaciones pasan a ser (tal y como verdaderamente son) problemas cotidianos que se ven fácilmente. Esta es una muestra valiosísima de cómo la vida resulta fundamental para entender por qué un autor dijo tal cosa. Tal vez en algunos puntos se pueda decir que esta biografía peca de estar muy «novelada», pero para entender la vida de Wittgenstein, a veces hay que darle un poco de color a la descripción, ya que es muy difícil mirar en el interio de un hombre como fue Ludwig Wittgenstein.
A este hombre se le tiene por un lógico exacerbado, un amante de la razón, y como padre de la filosofía analítica (junto con otros, como Russell y Moore), tendente al punto de vista de la ciencia y del empirismo. Cuán equivocado se puede estar. Esta es la primera impresión que puede dar, pero en cuanto uno echa un vistazo a sus textos (y su vida), se ve claramente que hay mucho más allá. Wittgenstein era más un místico que un lógico. Vivió atormentato por su cultura (se unía la decadencia de Austria de finales del XIX con su ascendencia judía), las exigencias de genialidad de su familia (tres de sus cuatro hermanos se suicidaron), y su propio tormento interno por su incapacidad social, sus traumas, y su sexualidad. Sobre esto último tengo una crítica importante al libro. Exceptuando un apéndice donde trata la «polémica», de la homosexualidad de Wittgenstein sólo se habla explícitamente en dos ocasiones; y de sus encuentros íntimos sexuales (con alguien o en solitario) apenas cuatro. Es cierto que se habla mucho de sus pensamientos y de su hervidero interno sobre este tema que le fustigaba, y de la fortísima influencia del libro de Weininger Sexo y Carácter, pero siendo el tema de la sexualidad de Wittgenstein de vital importancia para él, y que define en ocasiones su vida, se trata con demasiada suavidad, como temiendo atentar contra la memoria de Wittgenstein por «polemizar». Esta salvedad no quita que el resto de su vida sea apasionante y no se pueda entender por sí misma. Se ve perfectamente a través de sus diários íntimos y su correspondencia cuál es la evolución intelectual, cómo cambia su visión del mundo, y cómo intentó reflejar su filosofía en su vida, en su forma de actuar. Aunque no siempre (prácticamente nunca) le salió bien la jugada.
Vivir la filosofía, y filosofar a través de la vida. Pese a su concepción más o menos clara de las cosas que hay en el mundo, Wittgenstein sabía que había mucho más, todo lo indecible, desde la ética y la religión al más sencillo y sincero sentimiento. Wittgenstein animaba a sus alumnos a dejar la filosofía: para él, la filosofía académica no tenía ningún valor. La filosofía es una predisposición y una forma de mirar, de acercarse a lo que se muestra, no ser una ciencia. Resulta pues más edificante un trabajo común, una vida normal, la inmersión en la vida, que la mera contemplación. Esta fue siempre una paradoja interna para Wittgenstein: sabía y quería trabajar como cualquier obrero, pero algo siempre le empujaba al pensar.
Podría pasarme páginas y páginas hablando de este hombre tan fascinante, explicar su visión del mundo hasta donde la comprendo, que es increible y sugerente. Y en realidad, hay muchísimo escrito sobre él. Es considerado el filósofo más influyente del s. XX junto con Heidegger. Su vida, su pensamiento, su influencia es prácticamente inabarcable. Recomiendo sinceramente la lectura de esta biografía a cargo de Ray Monk, porque no sólo se va a entender el porqué de mucho de su filosofía, sino porque es acercarse una de las figuras (y vidas) más apasionantes de la historia del pensamiento: Wittgenstein, un verdadero genio.
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