El día 14 de este mes se conmemoraban los 25 años del fallecimiento de este genial escritor: Borges. Tengo muchos escritores de relatos a los que sigo, ya que, aunque la novela me gusta, el arte del relato puede llegar a ser sublime, que sin necesidad de mucho, se puede contar lo más maravilloso… si se sabe contar. Así entre mis autores favoritos se encuentran London, Bradbury, Chesterton, Doyle, García-Márquez, Asimov, y un largo etcaétera, pero ninguno es comparable a la belleza tanto formal como intelectual a la que Borges alcanzó. (También se puede decir, y creo que es mejor, que el estilo de cada cual es distinto, pero me ha tocado una tarde pasional). Poesía suya he leido poca, la verdad; en materia de ensayos, en cierta forma peca de literato, ya que su estilo termina siendo muy paladino; pero en el relato, de los que me he leido casi todos y varias veces por descontado, es el artista de la sugerencia. Su sutileza al escribir es tal, que parece que casi te está abriendo él mismo la cortina que da al espejo del mundo, donde se agolpan fantasía, aberraciones racionales, monstruos, tragedias e imposturas intelectuales de alta posibilidad.
Un hombre que escribía desde su vida. Me es raro pensar que Borges no «viviera» lo que escribía. Se podría decir que estaba poseido por sus escritos. Y en la mayoría de sus relatos es el protagonista («el Zahir»; «el Aleph»; «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius»; etc.). «Borges» es importantísimo para Borges: no creo haber visto un autor con tanta entidad «existencialista» en sus propias creaciones. Sin ir más lejos, el final de uno de sus ensayos -que no relato-; de la Nueva Refutación de Tiempo:
«El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.»
Sin Borges no habría Borges, pero Borges es el Mundo, por lo tanto, era inexorable que hubiera Borges, para desgracia de Borges -un inocente juego. Da la impresión que estaba en permanente contacto con la mentalidad clásica, y con el tiempo de los griegos. Un erudito, sin duda. Y todos sus textos plagados de referencias a cualquier punto de la cultura: todos equidistaban de Borges. Y como se suele decir, habiéndo leido a Borges, ¿quién se atreve a escribir relatos? Nadie. Sin ir más lejos, de joven Ken Follet gustaba de escribir historias cortas, hasta que descubrió a Borges; entonces decidió que posiblemente fuera más productivo escribir mamotretos de mil páginas a blasfemar contra la finura del relato borgiano -otra inocente broma. Y yo, igualmente me obceco en escribir relatos que no son más que cabezazos contra la pared, manchas de boligrafo en una bonita hoja blanca. Quién puede equiparar su prosa a la del autor de relatos como «El inmortal», «La casa de Asterión», o «El hombre de la esquina rosada». Acto inutil.
Todo en él estaba perfectamente milimetrado. Una carga filosófica tremenda también da fe de su erudición. Lector asiduo de Schopenhauer, por ejemplo, plasma lo trágico -al modo griego como romántico- como la idealidad más pura, con una estética arrobadora. Pese a mis muchas adulaciones, tengo una queja hacia Borges: en primer lugar, que pese a su erudición filosófica (por ejemplo), se dejaba llevar por la pasión en multitud de ocasiones y alguna vez he podido encontrar alguna lagunilla teórica, pero claro, el lector también se deja llevar por la pasión lectora y obvia todo. No es gran cosa, es más, recuerdo haberlo pensado mientras lo leía, pero ya no recuerdo qué. Igual da, como decía Borges sobre sí mismo, y finalizando este humilde homenaje:
«Olvídense de Borges, hay tantos otros muy superiores.»
Lo siento Borges, no creo que te vaya a hacer caso.
Sin duda uno de los grandes. Y es terrible, pero a quienes nos entusiasma la idea de atrevernos al relato, leer tanto a Borges como a Bioy Casares o a cualquiera de los grandes de todas las épocas suele empequeñecernos frente a la pantalla en blanco. Al menos eso me está pasando. Estoy intentando leer a a los más nuevos, también creerme eso de que siempre hay nuevas formas de hablar sobre lo mismo, que el hombre siempre está hablando de los mismos tres o cuatro temas que lo ocupan, después de todo. En fin, si no lo logramos, tratemos de pasarlo bien en los intentos.
Un beso.
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